Conozco ya esa espuma y esa sal sobre mis pies.
Conozco al testimonio del viento, que trae hacia mi ventana aromas familiares, ya impregnados en mi ser.
Las nubes me enseñan sus caprichosos mensajes de rostros y formas, que a mi paso murmuran voces ya escuchadas.
Ante mí se abre un camino que ya recorrí, con los mismos giros, los mismos arbustos, el mismo paisaje pueblerino, el mismo caserío. Y también las mismas piedras.
Será que el tiempo se recicla?
Será que los sueños, si de ellos se ha tratado, algún día retornan?
El sendero se halla incólume. Me invita a recorrerlo como otrora, a mezclarme con su geografía, a volver a salpicarme en sus charcos y a mimetizarme con sus colores
Los días serán quienes determinen mi suerte. Y verán si mi brújula me orienta hacia territorios ya explorados o, en cambio, me lleva a nuevas latitudes...
Pablo, el druida

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