sábado, 3 de octubre de 2020

REIVINDICACIÓN ECONÓMICA

El argentino es un bicho particular.
Puede crear la frase más original, escribir un tratado de filosofía, dar un consejo profundo, reparar el adminículo más inescrutable o inventar un artefacto de utilidad mayúscula a partir de un bajísimo presupuesto.
No obstante, es demasiado primitivo a la hora de analizar la economía de su país.
Juzgará su marcha en función del dinero que a fin de mes le quede en el bolsillo.
Es centrípeto, percibe que el mundo económico empieza en el umbral de su propia casa y persigue el bien personal desconociendo los beneficios colectivos.
No seré tan severo con el ciudadano de a pie, mucho menos si pertenece a los estratos sociales más bajos.
Pero sí con aquél que tuvo acceso a una educación superior, o es comunicador o, tanto más, si ha llegado al mundo de la dirigencia política.
La economía de una nación es una sumatoria de aspectos empíricos, de distintas variables que van más allá de principios macroeconómicos y fríos guarismos fiscales.
Y una gestión está supeditada a muchos factores, endógenos y externos.
Me niego, por tanto, a considerar un fracaso al manejo de la economía del Gobierno anterior, preferiría en cambio hablar de objetivos no cumplidos.
Macri recibió un país con 3000 millones de dólares negativos de reservas líquidas -de libre disponibilidad-, déficit fiscal de 7 puntos del PBI, déficit comercial, colapso energético, cepo cambiario, 3 millones de jubilados nuevos sin aportes o con aportes parciales, juicios en el CIADI, U$S 250.000 millones de deuda pública consolidada y U$S 50.000.- millones de deuda "oculta" -con holdouts en la causa de Griessa y con los jubilados-  entre otros tantos desbarajustes.
Una mochila extremadamente pesada, cerrada con fuertes cadenas y guardando en su interior un pan de trotyl. 
La discursiva del kirchnerismo apeló siempre al "desendeudamiento" y dogmáticos como son sus adherentes, al menos en mayor parte, lo creyeron con una fe conmovedora. 
Fue un gran error el no haber expuesto ante la ciudadanía la gravedad de la situación en la que la Argentina estaba hacia finales de 2015. No nos dejó Cristina, precisamente, un país más cómodo sino una nación en ruinas.
Ese duro legado recibido necesitó de un fuerte endeudamiento. Las dos terceras partes de los créditos fueron para cancelar deudas tomadas por anteriores gobiernos kirchneristas y la tercera parte restante fue utilizada para sostener el llamado "gradualismo", sin el cual Macri habría tenido aún mayores problemas de gobernabilidad.
No dejó de ser un logro el haber recibido créditos importantes, pues al país ya nadie le prestaba. El último prestamista de Cristina había sido Hugo Chávez, que por su noble intercesión nos cobraba tasas tres veces más altas que las del propio Fondo Monetario Internacional.
Otros aspectos insoslayables lo constituyen la salida del cepo cambiario y haber arreglado con los holdouts en tiempo récord.
El país ganaba en credibilidad y pasaba al grupo de "economías emergentes", otra conquista que todavía gozamos gracias al anterior Gobierno.
Llegamos ahora a un problema de carácter global, las dificultades en la clase pasiva. La gente vive más y las cajas previsionales no alcanzan para satisfacer sus necesidades básicas. El kirchnerismo había aplanado la base salarial jubilando a mucha gente que no había aportado en desmedro de quienes sí lo habían hecho. No entiendo aún cómo se le perdonó a la otrora presidente haber llamado de "caranchos" a los jubilados que iniciaron juicio al Estado para recomponer sus haberes. Entre ellos su propia madre, la extinta Ofelia Wilhelm, que por cierto ganó su juicio y con celeridad.
Pero el presidente Macri apeló a un blanqueo de capitales que, a la postre, terminó siendo el más grande de la historia universal. Esos capitales fueron direccionados a cancelar el 80% de las demandas de los jubilados, constituyendo la conocida "Reparación Histórica"
Gracias a los mismos, a su vez, el fisco triplicó la base tributaria y a partir de ella se incrementó exponencialmente la obra pública, acaso como nunca se hiciera en la historia.
Se apuntó a rehabilitar el ferrocarril de carga, se renovaron aeropuertos y pistas de aterrizaje, se incrementó la explotación de energía limpia y se llevó a Vaca Muerta al pináculo de su producción.
Repatriar capitales, recaudar más, optimizar recursos, administrar mejor los impuestos, reparar injusticias y mejorar la vida de la gente son verdaderos logros económicos.
No mueren allí las consideraciones.
Cuando el expresidente Macri habló de un objetivo de "pobreza cero" fue injustamente calificado. Se trató de un discurso aspiracional, lleno de utopías, de esas que siempre sirven para avanzar y dejar el estancamiento; pobreza hay y habrá aún en las mayores potencias de la Tierra. 
Existen, no obstante, distintos tipos de pobreza.
Es verdad que, a pesar de haberla bajado al 25% hacia fines de 2017, en diciembre de 2015 quedaba aproximadamente en torno al 32,5%, bien medida; nunca supimos a ciencia cierta en qué nivel la dejó Cristina porque sus estadísticas jamás fueron confiables. Pero de cualquier modo esos porcentajes hacen referencia a la pobreza medida por niveles de ingreso.
Me permito en tal sentido formular las siguientes preguntas:
¿No es menos pobre una persona que viaja mejor y llega más pronto al trabajo? ¿Y que entre otros aspectos dispone de más tiempo para buscar mejores precios o para destinarlo al sosiego o al encuentro familiar?
¿No es menos pobre aquél que puede beber el agua de red pública que quien debe comprarla embotellada por tener contaminadas las napas?
¿No es menos pobre la familia que tiene servicio de cloacas que aquella que manda sus efluentes al pozo ciego?
¿No es menos pobre aquél que tiene asfalto en lugar de vivir sobre una calle de tierra?
¿O quien tiene acceso a un servicio gratuito como el del SAME?
¿O aquél a quien le cortan menos la luz?
Hay escuelas sociológicas -como la de FLACSO- que imponen medir la pobreza sólo por los ingresos de la familia y ello no sólo es arbitrario sino que a su vez ofrece muchas limitaciones analíticas.
Si nos guiáramos sólo por los niveles de ingreso una familia pobre en la Argentina es hoy aquella que recibe un monto inferior a los $ 44.000.- 
¿Dejaría de ser pobre percibiendo una retribución de $ 45.000.-?
El Ingeniero Macri no sólo concluyó su Gobierno con menos pobreza de la que dejara Cristina Fernández de Kirchner sino que dio a la población condiciones de vida más dignas.
No se agotan allí las asignaturas aprobadas por el expresidente que suelen no ser considerarse.
Al casi equilibrio fiscal, al equilibrio energético -a partir del sinceramiento de tarifas congeladas durante 15 años-, al superávit comercial, hay que adicionar el pago de importantes juicios pendientes contra el Estado Nacional.
Las reservas de libre disponibilidad que quedaron en diciembre de 2019 eran U$S 15.000.- millones más altas que las de 4 años antes, con un bruto de alrededor de U$S 67.000.- millones en el Banco Central.
No olvidemos tampoco la coparticipación federal que sirvió para equilibrar las finanzas de las provincias en perjuicio de las arcas del Estado. En ese aspecto fue el Gobierno más federal en décadas.
¿Qué hicieron los gobernadores mientras la Nación bajaba la planta de empleados públicos? Subían la propia, despilfarrando recursos coparticipados que pudieron destinarse a objetivos productivos, sanitarios, educativos o previsionales.
El Gobierno de Cambiemos consiguió todo lo descripto con el peronismo en general en contra, con los sindicatos en contra, con el Vaticano en contra, sin la soja a U$S 650.- que tuviera Néstor, con dos grandes sequías consecutivas y en plena ebullición de la Causa de los Cuadernos, todo un freno para cualquier impulso inversor por parte del empresariado.
Cierro la entrada en la certeza de haber cometido omisiones involuntarias, pero también de haber expuesto razones fundadas de que todo es relativo a la hora de evaluar, incluyendo la economía, que va mucho más allá de razones de tipo de cambio y de objetivos inflacionarios incumplidos.
La República Argentina, penosamente, lleva 7 décadas sin moneda, pero es más sencillo caerle con la exclusiva responsabilidad al último presidente no peronista que logró finalizar su mandato. 
Un presidente al que a pesar de los desaciertos reivindico aún en lo económico, y al que espero con impaciencia si es que eligiese presentarse para una nueva gestión.

Pablo / @DruidbloggerOK







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