Cada vez que alguien pierde a su padre yo vuelvo a perder un poco al mío.
Revivo esos primeros instantes en los que me concientizaba de que nunca más habría de ver a mi papá y de que todos mis siguientes días me verían privado de su fuerte presencia.
Anoche le tocó al presidente de la Nación, a quien a pesar de que él nunca se entere le tengo verdadero afecto. Y derramé alguna lágrima.
Aún hasta "los poderosos" y con dificultosos vínculos familiares sufren la orfandad, ese momento tan doloroso en el que nos colocan en nuestras espaldas una pesada mochila que cargaremos por siempre.
Más allá del cariño y de lo importante de la presencia física, a pesar de las pinceladas de tiempo y deterioro que los años le traen a quienes nos han precedido, existe un testimonio aún vivo de toda una raigambre, de una fuerza ancestral que se corporiza en ese entrañable ser que dio su aporte para sembrar nuestra propia existencia.
Por tanto, un padre es fuente de sabiduría, consejo oportuno, abrazo contenedor aún en su tremulidad.
Incluso una palabra certera y valiosa que flota en un río de divagues, pero que nos llega en el momento preciso.
Entonces un padre es también talismán viviente.
Franco Macri no venía de una familia pobre, digámoslo claramente.
No era el inmigrante italiano promedio que viajó hacinado y sin una moneda en sus bolsillos. Pero tenía el mismo espíritu de lucha y la misma capacidad inagotable para el trabajo.
A sus jóvenes dieciocho años dejó su Italia natal, sin hablar una palabra de castellano y en medio de una dolorosa postguerra, para llegar a nuestro país y desempeñarse como asistente de un ingeniero civil.
A los veintiuno ya había fundado su primera empresa, dedicada a la construcción, que a la postre se transformaría en SIDECO.
"Quien esté libre de pecado, que arroje la primera piedra" puede leerse en el Nuevo Testamento (Juan 8, 1-7). La referencia es indispensable como anticipo a todo lo que siguió en la vida del ya extinto emprendedor italiano.
Pues su grupo creció exponencialmente gracias a la compra de empresas, la obra pública y las concesiones otorgadas por el Estado.
Y su apellido -como el de tantos empresarios beneficiados por los sucesivos Gobiernos en nuestro país- se vio manchado.
Pero hecha la salvedad, debo señalar que él hizo lo que muchos no se animaran a llevar a cabo, creó lo que a otros no se les ocurriera, tuvo el coraje que tantos no tuvieran para emprender y arriesgar.
Y creó a lo largo de décadas miles de puestos de trabajo.
El propio Juan Schiaretti, gobernador de la Provincia de Córdoba, fue por mucho tiempo empleado del grupo SOCMA y recuerda con mucho cariño y respeto a Franco.
Fue un personaje controvertido, pero indispensable con su empuje y determinación para el mundo de la construcción, el transporte, las comunicaciones y los servicios.
Más allá de la connivencia con distintos funcionarios gubernamentales y en sociedad con el Estado, Franco Macri construyó su imperio económico y empresarial también desde la resiliencia, pues no sólo era un inmigrante proveniente de un país empobrecido sino que siempre se sintió abandonado por su propia madre cuando ésta, siendo él pequeño, lo internara en un colegio como pupilo.
De allí su rudeza y marcada exigencia para con su propio hijo y su boicot hacia lo que este último iniciara de motu proprio y lejos de su tutela.
Cierta vez un empleado del Correo, durante el segundo mandato de Cristina, me decía con tristeza: "Cómo extraño el tiempo en el que el Correo estaban manos de Macri; cobrábamos puntualmente, teníamos mayores beneficios, el servicio que brindábamos era mejor, nos informatizamos y tecnificamos".
Muchos, aunque no les guste reconocerlo, pudieron comprar su primer auto gracias a un autoplan de SEVEL, dejaron de hacer interminables filas en los bancos, para el pago de sus servicios, gracias a PAGO FÁCIL, conocieron la telefonía celular a partir de MOVICOM, dejaban la basura en la puerta de su casa y ésta era puntualmente recolectada por un camión de MANLIBA y llegaban más rápidamente a sus domicilios transitando por AUTOPISTAS DEL SOL.
Otros, además de haber gozado de tales avances, consideramos que el desaparecido empresario nos dejó un legado aún más trascendente: un hijo que desde que abandonara el holding familiar y con previo paso exitoso conduciendo a Boca Juniors, fundó las bases de una fuerza política que nos permitió salir del yugo peronista.
Lo que no es poco...
Pablo / @DruidBloggerOK

Felicitaciones Pablo ! Interesante y muy emotiva nota. La vida y obra de un hombre y su legado, las luces y sombras, como ocurre con todas las personas, porque todos tenemos nuestros distintos tintes más claros y más oscuros, narrados con emotividad y empatía. 👏👏👏
ResponderEliminarGracias!
EliminarMuy agradecido por tu generoso comentario!
Un abrazo!
Excelente....simplemente es la primera palabra que se me ocurre....concreto, simple, documentado y lleno de sentimientos sin que ello implique partidismo ni sensiblería!!! la primera vez que te leo, pero no será la última te lo aseguro ....
ResponderEliminarMuy agradecido!
EliminarOjalá mis posteos estén a la altura, un abrazo!
felicitaciones pablo, una realidad ineludible que la historia ya esta escrita guste o no, el hombre no trabajo solo para el tambien trabajo para que otros tengan dignidad, como la inmensa mayoría de los empresarios argentinos, seria bueno que la estigmatización que hizo el peronismo, de los hombres prósperos el trabajador argentino no piense que se la robaron a el, si no que le dieron dignidad, y que cada uno es dueño de su propio destino
ResponderEliminarAgradecido ante tan generosas palabras.
EliminarUn abrazo, Juan Carlos!