lunes, 16 de mayo de 2022

REPERFILANDO METAS

Días atrás un amigo, en torno a la inédita coyuntura que atravesamos, me dio la visión más optimista posible acerca del futuro al que podríamos aspirar quienes tenemos cierta edad y peinamos canas.
El kirchnerismo quedaría reducido a una fuerza marginal y en franca decadencia, con gran pérdida de aceptación incluso en los sectores más carenciados. 
Vencería en los comicios de 2023 un representante de la coalición Juntos por el Cambio, que desde las elecciones de medio término ya viene teniendo mayor presencia parlamentaria.
Y que apenas podremos ver el inicio de lo que será un país más razonable y sustentable, solo "una puntita", un minúsculo haz de luz que se vería corporizado en una pobreza un poco más digna, mayores niveles de seguridad ciudadana e instituciones en pleno funcionamiento.
Pero poco más. Es que es mucho lo que se ha roto y lo que se lleva hipotecado de nuestros años venideros.
Deberíamos amigarnos, por tanto, con esa gragea de buenaventura, con solo unas migajas de prosperidad para lo que podría haber sido un país pujante y próspero, asaltado y sumido en la ignominia por recurrentes hordas peronistas que, década tras década, se pasaran una a otra el testimonio hasta su última y más dañina versión. 
Pues bien, a quienes no nos sobra hilo en el ovillo, o bien aceptamos con entereza y madurez aquello que es realmente alcanzable o elegimos ilusionarnos con lo que nunca llegaremos a ver.
La idea sería esperar un destino modesto, como quien asume tempranamente la pequeñez de su terreno, sus limitaciones motoras o los alcances de su cuenta bancaria.
Reperfilar metas añejas, de eso se trata.
Soñar con poco, pues ya no hay tiempo ni para emigrar hacia un terruño en donde exista el reconocimiento al mérito, ni para volver a equivocarnos en decisiones trascendentes, ni para elegir otra carrera u ocupación.
La vida sería un trago menos amargo si readecuáramos nuestras aspiraciones a objetivos simples y cumplibles. Más aún si somos conscientes de que, al menos, veríamos romper una larga inercia de degradación y empobrecimiento.
Quedaría para los más jóvenes el ver una Argentina en recuperación más sostenida, un país que les permita alimentar sus sueños y ver germinar sus semillas de esperanza.
Nuestra sociedad habrá conseguido el aprendizaje definitivo.
A base de enormes costos, sí, pero sin volver a caer subyugada ante la miel traicionera del discurso populista. 


Pablo / @DruidbloggerOK








 

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