Luego de un enero vertiginoso se vislumbra, ya en inicios de febrero, un año en el que no habrá carrera eleccionaria, pero en el que indudablemente recrudecerá el ataque gremial y en el que la aparatología de supervivencia del kirchnerismo -aliado al peronismo más reaccionario y a la indómita izquierda argentina-, intentará como nunca lanzar su artillería para derribar a un Gobierno democráticamente elegido por la mayoría.
Mientras aún surcan con fiereza el aire y resuenan en los maltrechos escudos de la policía las 15 toneladas de piedras lanzadas por los eternos enemigos de la democracia, los deseos que estos días Zaffaroni blanqueara, la cruda verborragia de Hebe de Bonafini y los dichos de Hugo Moyano, oscuro líder camionero, así lo demuestran.
Sin detenerme en la actitud decididamente golpista del sindicalismo, enorme y consuetudinario kiosco de corrupción, y en la de referentes identificados radicalmente con el kirchnerismo y el sindicalismo más retrógrado, bosquejaré precariamente pero desde el sentido común un resumen de algunos puntos que hablan por sí solos y reflejan lo que todo el mundo ve, fundamentalmente en el exterior, aunque muchos de tierra adentro miren para otro lado.
Si consideráramos que en diciembre de 2015 el país recibió una bomba de 200 megatones a punto de estallar y que 2016 fue un año con 40% de inflación y una retracción de la economía del 2%, el año 2017 fue más que aceptable: la inflación final acumulada terminó en el 24,8% y la economía creció al 3% después de varios períodos de retroceso.
Las estadísticas del INDEC, entidad cincuentenaria que vuelve a ser autártica y creíble a partir de esta nueva Administración, arroja que hay mayor empleo formal que cuando culminara el Gobierno de Cristina Kirchner, fundamentalmente en la actividad privada. Dicho ente señala también que bajó un 4% el índice de pobreza y que acaba de cerrarse un año con un notable crecimiento de la construcción, en el otorgamiento de créditos hipotecarios y en la venta de automóviles, con 900.000 unidades OKM patentadas.
Si hablamos de Obra Pública puede decirse que desde la concentración en el tiempo, los recursos destinados, la venta de cemento y los kilómetros de pavimentación llevados a cabo, ha sido la más importante de la historia en el período que concluyera el 31 de diciembre pasado.
Nunca antes, asimismo, las organizaciones sociales -cada vez de acción más extorsiva- habían recibido tantos fondos desde la administración pública, aspecto que sumado al aumento de las asignaciones familiares, del número de beneficiarios de planes asistenciales y la reparación histórica para los jubilados, cuyos haberes siempre le ganaron a la inflación, no quedan sectores en donde no se haya inyectado impulso, pues a pesar de las contingencias climáticas la actividad agrícologanadera se mantiene vigorosa y las economías regionales, en su mayoría, consiguiendo nuevos mercados internacionales gracias a los trabajosos acuerdos que la Nación viene consiguiendo, tales los casos de los limones, los arándanos y el biodiesel.
Lo que llevamos vivido de este 2018 aún en pañales refleja que se patentaron en 31 días 120.000 autos, que la ciudad de Mar del Plata vio su mejor año en materia de espectáculos de los últimos 20, que la costa tiene gran porcentaje de ocupación de connacionales, así como los principales centros turísticos del país, del sur y nordeste de Brasil, Chile, Miami, Caribe e incluso Europa.
Cuando se conocen las respuestas no hay necesidad de formular preguntas. Hay sectores que atacan porque no pueden tolerar desde su ideología o desde su conveniencia que el representante de una fuerza como CAMBIEMOS pueda cumplir con su mandato, sin soslayar que muchos de sus exponentes están severamente comprometidos con la Justicia. Es verdad que el Gobierno comete errores, que replantea metas y reformula objetivos. Está claro que ponerse como meta una inflación del 15% anual es por estos días algo que raya lo imposible; lo tomo como una muestra de optimismo excesivo, como aquél de plantearse una política que persiga el HAMBRE CERO, más como concepto que como propósito de cumplimiento posible.
Lo que llevamos vivido de este 2018 aún en pañales refleja que se patentaron en 31 días 120.000 autos, que la ciudad de Mar del Plata vio su mejor año en materia de espectáculos de los últimos 20, que la costa tiene gran porcentaje de ocupación de connacionales, así como los principales centros turísticos del país, del sur y nordeste de Brasil, Chile, Miami, Caribe e incluso Europa.
Cuando se conocen las respuestas no hay necesidad de formular preguntas. Hay sectores que atacan porque no pueden tolerar desde su ideología o desde su conveniencia que el representante de una fuerza como CAMBIEMOS pueda cumplir con su mandato, sin soslayar que muchos de sus exponentes están severamente comprometidos con la Justicia. Es verdad que el Gobierno comete errores, que replantea metas y reformula objetivos. Está claro que ponerse como meta una inflación del 15% anual es por estos días algo que raya lo imposible; lo tomo como una muestra de optimismo excesivo, como aquél de plantearse una política que persiga el HAMBRE CERO, más como concepto que como propósito de cumplimiento posible.
En síntesis, una utopía.
Pero como bien dice Eduardo Galeano, ..."La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para qué sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar"...
Pablo
@Druidblogger

Interesante el artículo. Es como que hay (siempre hubo) varias Argentinas. Una clasificación puede ser la sindical, la de los DDHH, los jefes y jefas, la clase media con sus amplias gamas, la clase baja honesta y laburadora, la Argenchina, los hermanos latinoamericanos, las madres, los banqueros y los curas. Todos mirándonos el ombligo sin siquiera una tibia intención de patriotismo, generosidad ni intención de ceder. Luego está la justicia con minúscula y los lumpen zaffaronis que son máquinas de impedir. Claro, con ese universo variopinto, todos sordos y a los gritos va a ser difícil acercarnos a la utopía . Pero justamente por difícil es entretenido. Soy un eterno optimista por lo tanto comulgo con tu nota. Gracias por compartirla.
ResponderEliminarGracias, Horacio.
ResponderEliminarPor tomarte el tiempo de leerme, dar tu generosa devolución y compartir mi optimismo.
Nos leemos, un abrazo
Claro y certero como siempre Pablo,has hecho una descripción analítica y social de nuestra Argentina hoy.
ResponderEliminarY sí, es cierto, tal vez el gobierno tenga algunas aspiraciones que rayan con la utopía; pero al fin y al cabo todo cambio de paradigma comienza siendo o al menos pareciendo una utopía. Yo creo que asistimos hoy a una nueva etapa con nuevas formas de relaciones, ya no teñidas de corrupción y asistencialismo inútil...Los paradigmas tardan en cambiar pero siempre se logran las utopías que plantean. Yo creo que vamos muy bien, errar es humano y aprender de los errores es de sabios, permitamos que este gobierno pueda crecer a partir de los errores cometidos, no olvidemos que su nacimiento comienza a partir una crisis social, política, económica y moral por sobre todas las cosas. Gracias por compartir tus conceptos!!
Claro y certero como siempre Pablo. Has hecho una síntesis analítica y social de nuestra Argentina hoy. Y sí, es cierto que nuestro gobierno raya con la utopía en algunos aspectos, pero también es cierto que todo cambio de paradigma comienza siendo una utopía o algo parecido. Y en este momento de nuestra historia yo creo que estamos asistiendo a ese cambio de Paradigma, en busca de una sociedad y una cultura ya no teñidas de corrupción ni de asistencialismo inútil que sólo lleva a sostener una horda hambrienta de violencia.como todo cambio provoca molestias sobretodo en aquellos que más cómodos estaban.
ResponderEliminarMuy buen artículo Pablo!
Gracias, Mary querida!
EliminarRecibo con mucho regocijo tu devolución.
Contento por compartir el placer por los nuevos vientos que, de a poco y a pesar de todo, empiezan a soplar en nuestro país.
Un gran beso!
Pablo