Se detiene el tiempo en esa,
tu pradera verde.
Mirada atemporal y agreste,
exotismo del naciente
el de esos dulces postigos
que podrían dejarme inerte.
Se enciende el día en ese,
tu recuerdo persistente.
Pensarte es luz que se enciende
y esperanza de verte,
de fundirme en tu suave piel
y de soñarte al despedirte.
Se hace linda la vida en ese,
tu creciente quererme.
Como tierno acorde escucharte.
Mi corazón crepitante
tiene rumor de lumbre
y el destino de amarte.
Pablo

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