Se extrañan la complicidad de los besos,
el roce de las caricias, el calor de los abrazos.
Como se extrañan las sonrisas, escondidas ellas
tras el frío escudo de los barbijos.
Se extraña caminar libremente, el limpiar nuestros pulmones,
descubrir distintos verdes mientras gambeteamos árboles.
Escudriñar en vidrieras, las tertulias nutridas,
los mates compartidos y la larga mesa del asado.
Se extrañan el bar y su café humeante,
los terrones de azúcar, el almíbar de las medialunas
y hasta te pregunten si es tuyo el diario.
Se extraña el trabajo, hoy tan aletargado,
dormido, castigado. Hasta perdido.
Pero en el espíritu...siempre vivo.
Se extrañan los kilómetros devorados,
la lluvia en el parabrisas, la música en el auto.
Y se extrañan la Eucaristía,
la adoración del Santísimo, el Jesús Vivo
y la amplia ronda de hermanos...
Pablo / @DruidbloggerOK

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