Decía Hesíodo hace 2800 años que "educar a una persona es ayudarla a aprender a ser lo que es capaz de ser"
La educación, por tanto, es la madre del progreso de una Nación, construcción colectiva por antonomasia que debe darle al ciudadano herramientas para proyectarse y descubrir para qué es más apto, tanto para sí mismo como para la comunidad.
Sin ella no habría economía, ni justicia, ni defensa ni seguridad posibles.
Es la primordial responsabilidad del Estado, la fragua en la que se forjan los valores y el futuro de las personas, donde cobra valor el concepto de ciudadanía y en la que se gesta el compromiso con la república.
Con una aún joven Argentina fue la Constitución de 1853 una garantía de cierto orden y paz. Pero a esa organización indispensable de territorios anárquicos y todavía desperdigados fue la educación la que se sumó como llave para abrir las puertas de la prosperidad y la modernización de los resortes institucionales.
Por ella y a partir de la gestión de Sarmiento, prócer enorme al que el revisionismo histórico se ha empecinado en desconsiderar, supimos ser vanguardia en el mundo; nuestro país pudo tutearse con las principales naciones, fuimos respetados y admirados, nos convertimos en el espejo pedagógico en el que querían mirarse todos los países de la región.
Gracias a la educación se instituyeron también las bases republicanas, se robusteció el federalismo, se jerarquizó la impartición de justicia y nuestra economía vio sus mejores años: en el bienio 1895- 1896 la Argentina tuvo el mayor PBI mundial.
Hoy, muy por el contrario, estamos en la retaguardia, somos el paradigma de lo que no se debe ser. Pero la historia declinante no es reciente sino que comenzó hace más de siete décadas.
La llegada del populismo peronista amplió la oferta educativa, pero con fuerte propaganda y adoctrinamiento y con apotegmas contradictorios, tales como "alpargatas, sí; libros, no"
Había más escuelas porque crecía la población, los programas de estudio eran exigentes, pero la radicalización ideológica no tardó en mancillar los principios de una pedagogía transparente e impoluta.
No podían llevarse bien, por mucho tiempo, la educación y el peronismo, en ese histérico contraste de llegada a la universidad de hijos de trabajadores y el "combatir al capital" que rezaba -y reza- la famosa marcha.
No podían llevarse bien, por mucho tiempo, la educación y el peronismo, en ese histérico contraste de llegada a la universidad de hijos de trabajadores y el "combatir al capital" que rezaba -y reza- la famosa marcha.
El populismo se fue por un tiempo, echado por la ventana. De a poco, empero, la resistencia peronista y sectores de izquierda comenzaron a ganar protagonismo en las universidades, tirando las redes sobre futuros dirigentes como pescadores las suyas en altamar.
Luchas de la política dirimiéndose en las altas casas de estudio, avivadas por el viento revolucionario de los sesenta, que penetraba con fuerza por las rendijas del pensamiento nacional.
En esa contienda perdía siempre la educación. Y siguió perdiendo conforme los años fueran pasando, pues el entrismo de facciones terroristas mimetizadas en el alumnado se tornó inexorable.
Seré arbitrario, haré un viaje acelerado a 1983, el de la vuelta democrática.
A las agrupaciones políticas universitarias se sumó la penetración de los centros de estudiantes, con marcada influencia progresista y animadversión hacia todo lo que fuese castrense o militar.
En esa contienda perdía siempre la educación. Y siguió perdiendo conforme los años fueran pasando, pues el entrismo de facciones terroristas mimetizadas en el alumnado se tornó inexorable.
Seré arbitrario, haré un viaje acelerado a 1983, el de la vuelta democrática.
A las agrupaciones políticas universitarias se sumó la penetración de los centros de estudiantes, con marcada influencia progresista y animadversión hacia todo lo que fuese castrense o militar.
En ese contexto de Juicio a las Juntas, Fuerzas aún poderosas y marcada tendencia a ponderar a las Organizaciones de DD.HH, el presidente Alfonsín entregó la educación al marxismo. En bandeja de plata. Y fue así como las carreras de grado y los Institutos de Profesorado se poblaron de docentes de izquierda y un marcado sesgo en su visión del mundo y de nuestra historia.
Los planes de estudio fueron sucediéndose unos a otros en una dinámica poco feliz mientras aquí tomábamos todos los programas que en otras latitudes se descartaban.
Los planes de estudio fueron sucediéndose unos a otros en una dinámica poco feliz mientras aquí tomábamos todos los programas que en otras latitudes se descartaban.
Mientras tanto, los sindicatos comenzaron a cobrar un poder inusitado.
Con la llegada de Carlos Menem al poder se lleva a cabo el pase de la educación a las provincias, quitándole a la Nación una responsabilidad que le era intrínseca.
Con la llegada de Carlos Menem al poder se lleva a cabo el pase de la educación a las provincias, quitándole a la Nación una responsabilidad que le era intrínseca.
La Carpa Blanca frente al Congreso ya veía en su seno a un todavía espigado Baradel, alguien que jamás en su vida había tomado una tiza, ni se había plantado frente a un aula más que para pasar lista.
Hasta que en 2003, con el advenimiento del kirchnerismo, se le da a la actividad educativa la estocada final. Los docentes transmutaron en trabajadores de la educación y el Ministro del área pasó a ser un delegado más de CTERA.
La natural consecuencia fue la drástica merma en los rendimientos escolares, mientras se conminaba a los docentes a bajar línea ideológica y a no aplazar a los estudiantes a fin de no someterlos a estigmatización.
Exceptuando el período 2015/2019, en el que con minoría en ambas cámaras el Gobierno de Mauricio Macri hizo lo que pudo, retorna el kirchnerismo al poder y termina de configurar el triste panorama educativo que antecedía la pandemia: tenemos el calendario escolar para alumnos estatales más corto del mundo, nuestros estudiantes son los que menos horas y días de clase tienen, hay un penoso retroceso en la participación argentina en las pruebas PISA, se evidencia un aumento exponencial de la deserción escolar, hay un creciente ausentismo docente, la reticencia de la mayoría de ellos a perfeccionarse y un recrudecimiento de huelgas como en ningún otro lugar del planeta.
Exceptuando el período 2015/2019, en el que con minoría en ambas cámaras el Gobierno de Mauricio Macri hizo lo que pudo, retorna el kirchnerismo al poder y termina de configurar el triste panorama educativo que antecedía la pandemia: tenemos el calendario escolar para alumnos estatales más corto del mundo, nuestros estudiantes son los que menos horas y días de clase tienen, hay un penoso retroceso en la participación argentina en las pruebas PISA, se evidencia un aumento exponencial de la deserción escolar, hay un creciente ausentismo docente, la reticencia de la mayoría de ellos a perfeccionarse y un recrudecimiento de huelgas como en ningún otro lugar del planeta.
No caben dudas se trata de algo buscado: colonizar mentes, reinterpretar hechos históricos, nivelar la preparación hacia abajo y condenar a la pobreza a millones de jóvenes por falta de oportunidades. Será el "papá Estado" a fin de cuentas quien vaya en su auxilio. El Estado paternalista y único exégeta de la voluntad popular.
La llegada del Covid no hizo más que poner en evidencia que la educación, también para este nuevo proyecto kirchnerista, dista de ser una actividad esencial, pues desde marzo engrilletó los accesos de todas las escuelas.
No se ha tomado similar medida, por todo un ciclo lectivo, en ningún otro país del planeta dado que no se comprobó que los ambientes escolares fuesen importantes vías de contagio.
Cuando la cuarentena educativa concluya nuestros alumnos habrán perdido un año entero acuñando dificultades en el sueño, patologías de socialización, deterioro cognitivo, retraso en aprendizajes indispensables, crisis de pánico, ansiedad e irritabilidad y un aspecto no menor: de muchos no se habrán podido exponer claras señales de abuso.
Oigo con frecuencia que le economía, "nueva" ciencia social en virtud de define nuestro estilo de vida, es la que determina el destino de los gobiernos.
No es errado, un gobierno puede caer por una crisis económica.
Pero el destino de las naciones no se configura apenas por razones macroeconómicas o de falta de moneda.
No es la economía la que en un espacio de tantas décadas puede destruir los cimientos de lo que fuera una gran república.
Oigo con frecuencia que le economía, "nueva" ciencia social en virtud de define nuestro estilo de vida, es la que determina el destino de los gobiernos.
No es errado, un gobierno puede caer por una crisis económica.
Pero el destino de las naciones no se configura apenas por razones macroeconómicas o de falta de moneda.
No es la economía la que en un espacio de tantas décadas puede destruir los cimientos de lo que fuera una gran república.
Es la educación, estúpido...
Pablo / @DruidbloggerOK
..."Hombre, pueblo, Nación, Estado, todo: todo está en los humildes bancos de la escuela"...
Domingo Faustino Sarmiento
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