No es sencillo bosquejar una reflexión cuando aún yacen, tibios, los cadáveres de cientos de inocentes.
Lo intentaré pese a todo, omitiendo un sinnúmero de nombres y eventos por razones de espacio.
Pero antes de ofrecer una pequeña reseña histórica, necesaria para contextualizar lo que se vive en Israel desde el 7 de octubre, aclaro enfáticamente que no pueden ni deben aceptarse los "peros", los contrastes, los matices, las disparidades de criterio cuando de por medio se cuentan unos 40 bebés decapitados.
Una imagen protohistórica, surreal, medieval que de tan espantosa no encuentra en nuestra lengua palabra que la califique adecuadamente.
Nada, nadie, podría justificar nunca barbarie de tal dimensión.
Empiezo.
Nada, nadie, podría justificar nunca barbarie de tal dimensión.
Empiezo.
Como un canto épico, como proclama milenaria fluye un nombre para una diminuta porción del mundo emplazada en el oriente próximo: Palestina.
La tierra en la que naciera Jesús y que en sus días fuera ocupada geográficamente por Galilea, Judea, Samaria y Perea. Tierra Santa para tres religiones, manchada de sangre y desencuentro, cubierta por el polvo del desierto y sacudida por las detonaciones de las bombas.
La tierra en la que naciera Jesús y que en sus días fuera ocupada geográficamente por Galilea, Judea, Samaria y Perea. Tierra Santa para tres religiones, manchada de sangre y desencuentro, cubierta por el polvo del desierto y sacudida por las detonaciones de las bombas.
Ninguna referencia bíblica existe de Palestina, ni cita alguna en textos previos al dominio romano.
Recién con el Emperador Adriano, cuando en el año 73 d.c. asesinaran a 1.100.000 judíos, la región pasa a llamarse Palestina en alusión semántica a los filisteos, pueblo de mar llegado desde Creta, del poniente hacia el levante, como residual de la civilización minoica.
Los filisteos ocuparon tan solo una parte del sudeste y terminaron integrándose completamente al Reino de David, a pesar de que la mayoría de este, sobreviviente de la masacre, fuera expulsado, habitual medida tomada por los emperadores romanos contra aquellos pueblos que le opusieran resistencia mayor.
Pero la historia de sufrimiento y sudor había empezado mucho antes para los hijos de Abraham.
Llegados desde Caldea a ese pequeño páramo recostado sobre el Mediterráneo, casi cuatro milenios atrás, han sido invadidos, secuestrados, degradados, perseguidos, esclavizados, diezmados y expulsados, pero nunca dejaron, aún en minoría, su presencia territorial en Palestina. Incluyendo la margen oriental del río Jordán, la actual Jordania.
Ellos mismos por mucho tiempo se autodenominaron "palestinos", algo que cambió definitiva y radicalmente en el año 1948.
En lugar de extinguirse, la llama de este pueblo resiliente, transhumante y obligado a una larga diáspora no solo se mantuvo incólume sino que se avivó por la hidalguía, por el espíritu de ese pueblo que ha ido forjándose en la fragua del sufrimiento, del sacrificio y del volver a empezar reiteradas veces.
De tal modo, los hijos de Abraham han ido destacándose con el correr de los siglos en las áreas más diversas, tales como la medicina, la filosofía, la psicología, el teatro, el comercio, la literatura, las ciencias, en todos aquellos destinos en donde les tocara afincarse. Vivieron unos 2000 años en territorios de otros pueblos, y si bien se integraron a todos ellos se encontraban generalmente ubicados en las márgenes de las sociedades no judías.
De tal modo, los hijos de Abraham han ido destacándose con el correr de los siglos en las áreas más diversas, tales como la medicina, la filosofía, la psicología, el teatro, el comercio, la literatura, las ciencias, en todos aquellos destinos en donde les tocara afincarse. Vivieron unos 2000 años en territorios de otros pueblos, y si bien se integraron a todos ellos se encontraban generalmente ubicados en las márgenes de las sociedades no judías.
El apotegma popular de "lo que no te mata, te fortalece" pareciera calzarle perfectamente al pueblo judío.
Pasamos rápidamente al "palestino" de hoy. Este es familiar cercano del judío, de la rama ismaelita que con el curso del tiempo abrazó, mayoritariamente, la fe musulmana. Este fenómeno empezó a partir de la llegada del Profeta Mahoma, nacido en el siglo VI después de Cristo.
El Islam, por entonces, entró como cuña a fuerza de cimitarra y fue dividiendo etnias y tribus de la región así como expandiéndose por oriente medio, norte de áfrica y Europa con los sables del Imperio Otomano como ariete principal.
Como veremos, la media luna irrumpía de la mano de las espadas y los yelmos puntiagudos.
Como veremos, la media luna irrumpía de la mano de las espadas y los yelmos puntiagudos.
Tan familiares son los lazos étnicos entre los pueblos que de Palestina que se ha encontrado ADN cananeo en árabes y judíos modernos en excavaciones llevadas a cabo en Megido, colina situada a 80 km de Jerusalem.
Por eso en nuestros días podemos encontrar israelíes árabes y palestinos judíos, así como en Etiopía y Eritrea hallamos judíos negros, los falashas, que por manifestación más encumbrada tuvieron a la reina de Saba, mencionada en los evangelios de Mateo y Lucas.
Por eso en nuestros días podemos encontrar israelíes árabes y palestinos judíos, así como en Etiopía y Eritrea hallamos judíos negros, los falashas, que por manifestación más encumbrada tuvieron a la reina de Saba, mencionada en los evangelios de Mateo y Lucas.
Con el correr de los siglos y con el pueblo judío en la diáspora, Palestina termina siendo una provincia irrelevante y semiolvidada de la Siria Otomana. Una comarca yerma y desértica con una población pequeña que subsistía como podía abandonada a su suerte.
Al mismo tiempo la judeofobia iba cobrando vigor en Europa y la idea de un Estado Judío, de una vuelta a casa, se cimienta a partir de la Organización Sionista creada por el periodista austro- húngaro Theodor Hertzl.
Sion fue inicialmente una fortaleza jebusea conquistada por el Rey David, que también da nombre a una colina baja situada al sur de la ciudad vieja de Jerusalem. Aunque simbólicamente significa para el colectivo judío como "Pueblo de Dios"
Sion fue inicialmente una fortaleza jebusea conquistada por el Rey David, que también da nombre a una colina baja situada al sur de la ciudad vieja de Jerusalem. Aunque simbólicamente significa para el colectivo judío como "Pueblo de Dios"
Fue así que desde 1881, de distintos puntos de Europa y en diversas oleadas migratorias muchos hebreos comienzan el retorno a su tierra de origen, la prometida por Yahvé a Abraham, integrándose a la minoría judía que nunca llegara a irse y comprando tierras a propietarios árabes en lo que había apenas un desierto pedregoso.
Con una verba incomparable, Marcos Aguinis señala:..."Vastas extensiones desérticas se cubrieron con el manto esmeralda de los naranjales. Las colinas pedregosas y ardientes de Judea, devastadas por los dientes de las cabras y el abandono de siglos, empezaron a ser embellecidas por el color de los pinos que se plantaban en sus laderas"...
Hacia fines del siglo XIX los inmigrantes construyeron caminos, escuelas, universidades, teatros, kibutzim, institutos científicos y técnicos, así como forestaron obsesivamente y hasta erigieron una estructura administrativa, inauguraron periódicos y crearon una filarmónica.
Los habitantes árabes observaban sorprendidos el dinamismo y el crecimiento que experimentaban los recién llegados y comenzaron a mirarlos de reojo.
Hacia fines del siglo XIX los inmigrantes construyeron caminos, escuelas, universidades, teatros, kibutzim, institutos científicos y técnicos, así como forestaron obsesivamente y hasta erigieron una estructura administrativa, inauguraron periódicos y crearon una filarmónica.
Los habitantes árabes observaban sorprendidos el dinamismo y el crecimiento que experimentaban los recién llegados y comenzaron a mirarlos de reojo.
Al caer el Imperio Otomano durante la Primera Guerra Mundial, la Liga de las Naciones cede a Inglaterra la administración de Palestina y nace lo que se conoce como "Mandato Británico", que dura casi tres décadas y en el que Inglaterra prometiera tanto a judíos como a árabes la constitución de un Estado: a los primeros para una vuelta a su hogar, a los segundos para que levanten contra los turcos.
No tardarían en sobrevenir los desencuentros entre árabes y judíos. En primer término en pequeñas escaramuzas, posteriormente en conflictos con muertos de ambos lados con Inglaterra como árbitro ineficiente.
No tardarían en sobrevenir los desencuentros entre árabes y judíos. En primer término en pequeñas escaramuzas, posteriormente en conflictos con muertos de ambos lados con Inglaterra como árbitro ineficiente.
Hacia mediados de los años 30 se produjo un hito que probablemente haya constituido la piedra basal de una escalada de violencia sin retorno sostenida en los argumentos de la fe: el muftí de Jerusalem, Amin Al Husseini, máxima autoridad religiosa para los árabes de Palestina, trabó una compleja relación político-religiosa con Adolf Hitler, pretendiendo unir los destinos del oriente medio con los del dictador alemán. Promovió revueltas antijudías, encendió los ánimos de los musulmanes y hasta prohibió a los judíos orar frente al Muro de los Lamentos.
Al Husseini atacó tanto a judíos como a islamistas moderados.
El huevo de la serpiente estaba a la vista.
La moción de dos Estados que propusiera Inglaterra nunca fue aceptada por los árabes, que apenas un día después de la proclamación del Estado de Israel, el 14 de mayo de 1948 y al retirarse los británicos, cinco de sus naciones le declararon la guerra al nuevo país. El resultado fue una aplastante derrota árabe y un espíritu en suba del pueblo judío.
La catarata de episodios que se suceden desde aquél momento hasta nuestros días es interminable.
La creación de la OLP -1964-, La Guerra de los Seis Días -1967-, el asesinato de los atletas judíos en los JJ.OO. de 1972, La Guerra del Yom Kippur -1973-, el "Rescate de Entebbe" -1976- las dos Intifadas, distintos tratados que, tarde o temprano, alguno de los firmantes incumplía -Palestina generalmente-, el surgimiento de Hezbollah, el nacimiento de Hamás y Estado Islámico, podría continuar.
Resulta llamativa la complacencia que la visión internacional ha tenido para con los árabes por sobre los judíos.
Poco o nada se dice de la ocupación palestina de jordanos y egipcios.
Se soslaya escandalosamente la matanza de millares de árabes palestinos perpetrada por el régimen sirio de Háfez al- Ásad en sociedad con Hussein de Jordania en el "Septiembre Negro" de 1971 en el que cayeran más palestinos por las balas hermanas que en todos los enfrentamientos con Israel.
Sirios y jordanos, en lugar de integrar a palestinos, los masacraron primero y los confinaron en campamentos de refugiados después.
Tampoco se habla del bloqueo egipcio actual hacia la Franja de Gaza.
Como si poner el dedillo acusador sobre Israel fuese lo políticamente correcto.
Más allá de los abusos que tienen lugar en toda guerra, cuando las apetencias territoriales y argumentos de uno y otro lado toman partido, o que la sangre inocente sea dolorosa provenga de donde proveniere, lo cierto es que la cerrazón árabe, la teologización del conflicto y la radicalización de la posición de sus naciones les impidió ver lo conveniente que era tener un vecino moderno como Israel y no permanecer en el atraso medieval, a pesar de los miles de millones de dólares fruto de la limosna internacional que cae en el pozo de la corrupción y las arcas de Hamás.
El mismo chiismo de sus gobiernos teocráticos y consejos de ayatollahs que le impidieran a Irán continuar con la integración de la mujer y la modernización de la vida y la economía.
Veo con pena el crecimiento de la judeofobia y la justificación del terrorismo que usa a inocentes como escudos humanos.
Al Husseini atacó tanto a judíos como a islamistas moderados.
El huevo de la serpiente estaba a la vista.
La moción de dos Estados que propusiera Inglaterra nunca fue aceptada por los árabes, que apenas un día después de la proclamación del Estado de Israel, el 14 de mayo de 1948 y al retirarse los británicos, cinco de sus naciones le declararon la guerra al nuevo país. El resultado fue una aplastante derrota árabe y un espíritu en suba del pueblo judío.
La catarata de episodios que se suceden desde aquél momento hasta nuestros días es interminable.
La creación de la OLP -1964-, La Guerra de los Seis Días -1967-, el asesinato de los atletas judíos en los JJ.OO. de 1972, La Guerra del Yom Kippur -1973-, el "Rescate de Entebbe" -1976- las dos Intifadas, distintos tratados que, tarde o temprano, alguno de los firmantes incumplía -Palestina generalmente-, el surgimiento de Hezbollah, el nacimiento de Hamás y Estado Islámico, podría continuar.
Resulta llamativa la complacencia que la visión internacional ha tenido para con los árabes por sobre los judíos.
Poco o nada se dice de la ocupación palestina de jordanos y egipcios.
Se soslaya escandalosamente la matanza de millares de árabes palestinos perpetrada por el régimen sirio de Háfez al- Ásad en sociedad con Hussein de Jordania en el "Septiembre Negro" de 1971 en el que cayeran más palestinos por las balas hermanas que en todos los enfrentamientos con Israel.
Sirios y jordanos, en lugar de integrar a palestinos, los masacraron primero y los confinaron en campamentos de refugiados después.
Tampoco se habla del bloqueo egipcio actual hacia la Franja de Gaza.
Como si poner el dedillo acusador sobre Israel fuese lo políticamente correcto.
Más allá de los abusos que tienen lugar en toda guerra, cuando las apetencias territoriales y argumentos de uno y otro lado toman partido, o que la sangre inocente sea dolorosa provenga de donde proveniere, lo cierto es que la cerrazón árabe, la teologización del conflicto y la radicalización de la posición de sus naciones les impidió ver lo conveniente que era tener un vecino moderno como Israel y no permanecer en el atraso medieval, a pesar de los miles de millones de dólares fruto de la limosna internacional que cae en el pozo de la corrupción y las arcas de Hamás.
El mismo chiismo de sus gobiernos teocráticos y consejos de ayatollahs que le impidieran a Irán continuar con la integración de la mujer y la modernización de la vida y la economía.
Veo con pena el crecimiento de la judeofobia y la justificación del terrorismo que usa a inocentes como escudos humanos.
Y que el progresismo siga considerando villano al pueblo de Israel, diminuto pedazo de tierra en medio de un vasto universo musulmán.
Es sencillo vivir a miles de kilómetros de la Franja de Gaza e insultar a Israel, pretendiendo se cruce de brazos mientras la elite guerrillera gazatí ultraja niñas antes de ametrallarlas, apalea ancianos, asesina a embarazadas y decapita a bebés indefensos.
El mundo observa expectante y espera el contraataque israelí, cuyas consecuencias globales son insospechadas.
Continuará...
Es sencillo vivir a miles de kilómetros de la Franja de Gaza e insultar a Israel, pretendiendo se cruce de brazos mientras la elite guerrillera gazatí ultraja niñas antes de ametrallarlas, apalea ancianos, asesina a embarazadas y decapita a bebés indefensos.
El mundo observa expectante y espera el contraataque israelí, cuyas consecuencias globales son insospechadas.
Continuará...
Pablo / @DruidbloggerOK

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