miércoles, 30 de octubre de 2024

OBSTÁCULOS

El ascensor me había depositado en la planta baja. Me disponía a hacer compras pero vi la iglesia al frente y sentí necesidad de hacer una visita, por lo que crucé la calle.
Una vez dentro recorrí el largo corredor de la nave central, pero sin llegar a acercarme al altar.
Todo lucía sombrío.
Imágenes de santos y de ángeles parecían mirarme de modo inquisitivo. También la escasa feligresía y un grupo de asistentes que almacenaban alimentos para repartir a comedores del barrio.
Solo el párroco me saludó afectuosamente para luego internarse en un salón contiguo.
No era esa mi parroquia, no obstante, la que tanto quiero y en cuyo cinerario descansarán mis restos. Y siendo Dios omnipresente, allí lo vi reflejado solo en los ojos del cura, el padre José Luis, quien sí es mi párroco.
Salí del templo a poco de haber ingresado, crucé nuevamente la calle hacia el punto de partida, me di vuelta para escudriñar su fachada y lo encontré muy estrecho, demasiado angosto para lo grande de su interior. Su color borravino contrastaba con los edificios contiguos y un vitral en medialuna yacía sobre la puerta doble de entrada.
Ya ni recordaba qué debía comprar, mi mente tenía el peso que me infundieran esas estatuas de aire medieval, la luz mortecina, el olor a humedad de los claustros y el crujir de los bancos.
No había señal en mi celular, y como no podía llamarte volví a tu departamento.
Con extrañeza no hallé el edificio. Simplemente no estaba.
Había salido de él un puñado de minutos antes, por lo que sumado a los instantes previos, atribuí a un ocasional vahído o a una baja de mi presión ese estado de confusional.
Recorrí una a una y con ansiedad creciente las propiedades vecinas; algunas eran locales comerciales, otras edificios de diverso porte, pero no daba con el tuyo.
Me ubiqué justo frente a la iglesia pues allí debía estar tu domicilio. Pero no, solo encontré un negocio de tortas y productos panificados.
Intentando calmarme caminé por la cuadra dos o tres veces, de esquina a esquina, inspirando y exhalando profundamente mientras buscaba respuestas.
Finalmente, en la última pasada, un portero o encargado abría una puerta de blíndex esmerilado y aproveché para preguntarle acerca del lugar inhallable.
Para mi sorpresa ese mismo era el edificio, el tuyo, solo que lucía totalmente remozado, con pintura aún fresca y restos de materiales a punto de ser retirados a un volquete.
No lo había reconocido en esa caminata previa de ida y vuelta.
Estaba aún más confundido; no por entonces, pero sí ahora pienso en cierto tipo de viaje cósmico o en la apertura involuntaria de algún portal, de esos que nunca deberían abrirse.
Lo que siguió a mi ingreso fue una cadena de situaciones insospechadas.
Tantro el ascensor como las escaleras estaban fuera de servicio, no funcionaba el portero eléctrico y al cabo de un rato se cortó abruptamente la luz.
No hallaba la forma de reencontrarme con vos.
Me preguntaba qué pensarías al no tener mis noticias, hacía buen rato debía haber estado de regreso.
¿Llegaría con una piedra hasta tu ventana del quinto piso a modo de aviso? No evidentemente, amén del riesgo de romper un vidrio.
Accedí al edificio contiguo sin saber bien el porqué, acaso en búsqueda de una conexión a través de la medianera. Luego volví a entrar al tuyo y algunas personas ya circulaban por corredores y escaleras, por fin habilitadas.
Fueron cinco pisos los que subí por una de ellas, pero me parecieron cien.
Me abriste y casi ni te inmutaste ante mi tardanza.
Entré exhausto, quise explicarte las causas de mi demora pero no hubo sorpresa en tu mirada, solo me pediste bajara la voz, pues una amiga tuya, esa señora nonagenaria del condominio, reposaba en el segundo dormitorio y no querías se despertara.
Aun ante tu indiferencia y sorteando vallas volátiles encontré el camino hacia tu puerta, intrincado laberinto que se nos interponía.
Pero era un sueño, territorio en el que lo imposible se vuelve posible, lo inerte cobra vida, la materia se desvanece y el pasado nos hace zancadillas.


Pablo /  @DruidbloggerOK












 


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