Andrés el "Cuervo" Larroque, paradigma de la imbecilidad militante, motivó hace pocos días la apertura de este humilde blog. Fue luego de su escena patoteril en el Congreso de la Nación, aquella madrugada en la que se aprobara el voto desde los 16 años.
En esta ocasión no fue el desgañitarse en su banca en medio de acusaciones, todas ellas graves e infundadas, ni cataratas de histeria derramada, pero sí epítetos inconcebibles que en cualquier democracia más seria hubiesen generado algún tipo de llamado a la cordura desde su mismo bloque: en un acto y micrófono en mano, tildó de "zombies" a los cientos de miles de manifestantes del 8 de noviembre pasado. Zombies que caminaban desde y para todos lados, supuestamente sin destino, ni líderes, ni mensajes claros. (??!!)
Francamente no merecería mucho espacio un comentario tan desubicado y estúpido, sobre todo proveniendo de un enfermo, en principio de odio, pero también de, al menos, media docena de patologías del plano psíquico.
Apenas me pregunto si no es ser eminentemente zombie aplaudir en forma sistemática las paparruchadas que provienen del atril presidencial. O repetir, en estado alfa, palabras tales como nacional & popular, redistribución del ingreso o profundización del modelo.
Un zombie no se rebela, más bien es una entidad fronteriza en franco estado de trance. Más o menos como los lacayos K, embelesados por una reina bipolar, de luto con lentejuelas y estridencias, intoxicada de litio y prozac y alejadísima de una realidad que se apresta a deglutirla.
Pero qué puede esperarse de un cuadro tan básico como Larroque, tan idiota útil del funesto matrimonio como otros hijos de desaparecidos a los que, en forma maquiavélica, se les abrieran insustanciales heridas y se les inoculara posteriormente la ponzoña del resentimiento.
Los zombies son una suerte de muertos vivientes, muy comunes en Haití, aunque una importante legión de tal especie pareciera haber emigrado hacia la Argentina. Aquí constituirían, con el tiempo, una tribu festejadora de ocurrencias execrables y falacias que sólo ellos pueden y necesitan creer.
Que no se confunda Larroque, los que marcharon -y seguirán marchando- tienen indignación y desencanto, algo difícil para un zombie. Y además, porque el mismo Gobierno al que con tanta devoción representa cuenta también con otro resabio del mundo haitiano: como vice ungieron a "Voodoo"...
Pablo, el druida

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