martes, 10 de junio de 2014

La pregunta

El día de hoy era uno más hasta ese momento.
Empezaba apenas mi mañana, tenía sueño y muy poca disposición para llevar a cabo mis diligencias laborales.
La larga sonata de bocinazos, la radio encendida en el dial de siempre, la aburrida ruta hacia el noroeste del conurbano. Nada nuevo.
Pero en mi primera parada alguien rompió esa monotonía con una curiosidad inocente. Aún siendo formulada con naturalidad, la pregunta me llegó como una daga: viajaría a Brasil aprovechando el desarrollo del Mundial de Fútbol?
No sé si me ruboricé, aunque seguramente se habrá dibujado en mi rostro una mueca de desencanto. Debí explicar que ya no estabas más conmigo, que no habrías de retornar, que me había quedado solo y que es mucho lo que te extraño.
En cierto momento tuve que respirar profundo, llenar de aire mis pulmones y mantener la compostura. Acaso porque no esperaba tal pregunta, menos aún de quien me la formulara. Quizás porque ya no es tan común que me hagan alusión a algo que te vincula casi directamente. O tal vez haya influido el hecho de haberte pensado mucho por estos días, llevándote en mis labios, que tantas veces te pronunciaran en mi intimidad, y en mi corazón, que no necesita de palabras.
Me despidieron con discreta conmiseración, y yo abandonaba el lugar como si hubiese cargado una enorme roca en mis espaldas luego de haberme sentido como un payaso que debía realizar su actuación pese a su desdicha.
Dejé ese sitio y las poquitas cuadras que me separaban del auto las caminé cabizbajo, con una leve deuda de oxígeno y buscando explicaciones como si se tratara de la primera vez.
Antes de emprender la salida hacia mi segundo destino musité un nuevo "te extraño", como ya es costumbre, con la mirada turbia y húmeda. 
El martes ya era otro.
Experimentaba otra vez y vivamente la sensación de que nunca más te volvería a ver.
Más allá de lo que cierta pitonisa me hubiera pronosticado...

Pablo, el druida



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