Junio se ha marchado.
Taciturno, se fundió de a poco con la niebla, como un fantasma.
Y se llevó consigo un año más, que me ha robado.
Junio se ha ido y de mis esperanzas tomó un pequeño puñado.
Lo hizo despidiéndose hasta más ver, mientras a medianoche yo me internaba en un cuento de Borges.
Al cerrar el libro me pregunté qué habría sido de mí a su retorno, después del largo viaje del planeta por el espacio. Falta tanto, pero a su vez, tan poco.
Junio se fue como un peregrino, en silencio y empequeñeciendo.
Lo miré irse y me pareció verme en reflejado en él, con la llave del invierno en sus manos y la hojarasca bajo sus pies.
De algún modo yo lo había esperado, incluso pacientemente.
Me dejó como legado el frío y algunas enseñanzas que espero poder aprovechar.
Concluyo mi mate y observo por la ventana la densa humedad.
La que dejó Junio, que se ha marchado...
La que dejó Junio, que se ha marchado...

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