viernes, 24 de octubre de 2014

Sin agua. Sin equilibrio

Empecé el viernes con el agua justa como para apenas darme una ducha. 
Así es el albor de la última jornada laborable.
Sólo me faltaba atravesar una contrariedad así en esta semana accidentada.
Para cualquier persona normal no pasaría de un inconveniente a resolver. A mí, en cambio, el episodio me genera una fuerte opresión en el pecho.
Más allá de que iniciar un día casi sin líquido vital represente un eslabón más de una cadena desafortunada, estoy viviendo en desequilibrio emocional, como si la vida se me jugara en cada paso. Todo se presenta como una encrucijada.
Por cierto, el viernes tuvo un viraje, hubo cambio de planes y de logística, y no debería pasar de eso, pero yo siento como si la atmósfera ejerciera sobre mi cabeza un peso excesivo.
Ese término, creo, es el adecuado para definir mi estado emotivo: TODO ME PESA.
Hoy es el agua, pero mañana aparecerá puntualmente el motivo que la reemplace.
No tengo muchas esperanzas de cambiar, siempre he sentido así y los años sólo han incrementado el agobio ante lo que uno considera como adversidad.
Alguien podría reconocer como positivo el reconocimiento del cuadro, pero lo cierto es que, a esta altura de las circunstancias, sólo con reconocimientos no alcanza.
Espero no sea nada grave lo que genere la falta de agua en mi casa. Podrá tratarse nuevamente del automático trabado, podrá haberse dañado la bomba sumergible, sé que todo se resolverá más allá del tenor del transtorno y de las molestias que me ocasione.
Sea como fuere y pagando lo que deba pagar, el agua volverá.
Lo que no volverá, al menos con la misma celeridad, es el equilibrio...

Pablo, el druida




No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por tu comentario!