lunes, 20 de mayo de 2019

ABDICA LA REINA?

Cristina se bajó.
Aunque piensen maquillar su dimisión con una imaginativa artillería de razones.
Más allá de compartir fórmula con Alberto Fernández, archienemigo hasta hace muy poco y desde que diera un portazo al palacio tripartito, desistir de su candidatura a presidente es ciertamente bajarse.
Simbólica y empíricamente.
Se bajó aunque los chiitas que la secundan aseguren se trata de una movida maestra; sector que niega debilidad y recurre al eufemismo de una actitud generosa para ampliar las voces y erigir una potente "fuerza patriótica". 
Se bajó, aunque muchos de quienes la detestan sostengan desde la vereda opuesta que como vicepresidente aprovecharía el Senado para manejarlo cual escribanía. Y que podría ser pasible del indulto, decretado por quien a dedo designara candidato a presidente.
Sitiada por la Justicia, a miles de kilómetros de su hija y con el cuerpo aún tibio de su fallecida progenitora, la descendiente de arquitectos egipcios estaría transitando los primeros pasos de su progresiva abdicación.
Se dio cuenta de que ya no le alcanza con lo propio.
Fundamentalmente el afrontar una derrota ante Mauricio Macri.
Y ante una eventual victoria pírrica, para restablecer el populismo sin los recursos suficientes.
Está comprobado que no se trata de una inteligente estratega, de una armadora de fuste. Su extinto esposo en tal aspecto la superaba ampliamente. 
En 2015 no le permitió a Florencio Randazzo participar de una interna que podría haber llevado a la victoria a su fuerza política.
Y completó su errático combo designando a la dupla Aníbal - Sabbatella como candidatos a Gobernador y Vice de la Provincia de Buenos Aires.
Esa derrota electoral fue exclusiva responsabilidad suya. Dos años más tarde sufriría la caída ante un ignoto y poco carismático Esteban Bullrich.
Los antecedentes no minaron su ego, pero la trajeron un poco -sòlo un poco- a la cruda realidad, de la que vive divorciada desde que era muy joven.
Cristina Kirchner, la otrora poderosa, decidió no jugar esta vez, eligió en cambio ocupar el rol que más problemas le trajo cuando ostentara la primera magistratura. 
Delegó la candidatura a presidente a un ser oscuro, que nunca ganó una elección por sí solo, desconocido para muchos y al que tantos otros aún confunden con Aníbal Fernández. 
Será Alberto Fernández una carta ganadora?
No, tal vez sea la única que le queda.
Y eso denota debilidad, sin soslayar que nadie se baja si se ve triunfador.
Ella no vive sus mejores días, sólo por ello recurre a alguien que hasta recién calificaba despiadadamente su segunda gestión. 
Alguien que hoy dice ante los micrófonos que se siente un delantero al que Messi -Cristina- le da el pase preciso para que anote su gol bajo "el arco neoliberal".
La pregunta a formularle a Alberto es si se refiere al Messi del Barcelona o al que da lástima en nuestra Selección Nacional de Fútbol.
Ambicioso e inteligente, sabe que Cristina prefiere que sea otro el que cargue con el peso de la derrota. 
Pero hará el intento, por más que el ala izquierda del kirchnerismo lo mire de reojo y lo considere "otro Macri".
Perderán varios puntos, peronistas históricos como Duhalde y Julio Bárbaro así lo vaticinan.
"Fernández- Fernández" será por tanto la fórmula del kirchnerismo si es que no cambia a último momento.
Hasta fonéticamente es una cacofonía.
Y una jugada extraña, acaso inevitable, que presentada precozmente ofrece la ventaja al Gobierno de estudiar mejor la propia...

Pablo/  @Druidblogger










No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por tu comentario!