jueves, 10 de octubre de 2019

DÉJÀ VU

Me despedí del domingo.
De sus horas fugaces que nunca más viviré, de su galería de imágenes, almacenadas en mis retinas, del resabio de sus rumores.
Le tiré un beso cómplice a la luna en su cuarto creciente y cerré el vidrio de la puerta que da al fondo.
Saludé a Dios y a papá en su dimensión eterna.
A vos te dije que te quería, rotando levemente la cabeza hacia mi izquierda.
Me abracé luego a la suave música para cerrar los ojos e iniciar mansamente el camino hacia el sueño.
Y me entregue a la noche, en cuerpo y en alma, en un extremo de mi cama y en espera de fundirme a la bruma de mis últimos pensamientos conscientes.
Llegó, entonces, el aviso. 
Un mensaje de alguna de las aplicaciones del celular, ese invasor consuetudinario que coarta  nuestras libertades y pone en jaque a la intimidad.
Y para mi sorpresa ese mensaje era el tuyo, rompiendo de ese modo un silencio de largos meses.
A horas nomás de que me planteara seriamente el desbloquearte.
A un par de días de haber vuelto a utilizar la cruz que me regalaras.
Y a varios más de haberte escrito alguna cosa.
Yo no sabía cuándo, ignoraba el modo, pero seguro estaba de que la marea nuevamente te traería hacia mi playa.
Como si no supieras vivir sin mí por mucho tiempo.
Sin respetar acuerdos, ni tener en cuenta mis pedidos, abriendo nuevamente el telón que suponíamos de despedida.
Como tantas, tantas veces ya.
Y yo, que como siempre he elegido el mutismo, y que como habitualmente he aceptado a regañadientes tus virajes y decisiones, esperaba de nuevo que volvieras porque, lo reconozco, tampoco puedo vivir mucho tiempo sin vos.
La historia probablemente se repita.
Te apoyarás en mí, secarás tus lágrimas en mi hombro, tomarás mi mano por un tiempo, en cierto momento se chocarán nuestros labios y se frotarán nuestros cuerpos, nos reiremos, discutiremos, edificaremos castillos de naipes, beberemos cerveza, sembraremos planes en tierra yerma, me dirás otra vez que "vos y yo terminaremos juntos"...y volverás a marcharte.
Porque nadie puede escapar de su naturaleza errante.
Entonces volverán el silencio y las noches largas, se irán secando los besos, se marchitarán las flores, se acumulará hojarasca en la senda, el cielo se cargará de nubes y la brisa se convertirá en viento...

Pablo / @Druidblogger





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